viernes, 8 de abril de 2016

¿POR QUÉ SEGUIR SIENDO DOCENTE?

¿Por qué ser docente?


La vocación docente se pone de manifiesto en el aula día a día, donde están presentes el conocimiento, el afecto, la formación. El ser profesor significa no solo transmitir conocimientos de una disciplina, sino también despertar en el adolescente la duda, la reflexión, la crítica, la conciencia social. Aspectos como el género, la convivencia, la participación atraviesan la vida en el aula, lo que constituye un desafío diferente que afrontar a diario, y que enriquece a profesores y a estudiantes por igual. La posibilidad de ser parte de la formación de adolescentes de esta manera cabal, en tanto futuros ciudadanos, además de ayudarlos a aprender contenidos y desarrollar conceptos y formas de abordar los conocimientos científicos y sociales es, sin duda, una gran responsabilidad y un gran privilegio, a la altura de lo cual es menester estar.
Sin embargo, el abordaje de estos desafíos tiene lugar en un marco institucional no siempre propicio para los docentes, ni para los estudiantes y sus familias.


Organización institucional
En los últimos treinta años ha habido no menos de cinco planes de estudios o reformulaciones diferentes para educación media. Sin embargo, ningún plan de educación puede evaluarse en períodos tan breves respecto de los tiempos de una sociedad, ni puede tener un impacto significativo si ni siquiera se formó una generación de estudiantes.
Tal vez por el tamaño de la ANEP, la organización institucional no es ágil, efectiva: un docente que comienza a trabajar demora más de un mes en cobrar su sueldo mensual, las elecciones de horas docentes son complicadas, los profesores adscriptores demoran meses en cobrar lo correspondiente por su tarea de formar nuevos docentes.


Contexto de estudiantes – Características de la población estudiantil – Realidad social
Desde hace años se vive una realidad social compleja e injusta, que condiciona los resultados educativos en general y académicos en particular de los estudiantes de la educación pública. En general, se quiere responsabilizar a los docentes de los malos resultados y se depositan en ellos las culpas. Sin embargo, en clase, los profesores nos encontramos con alumnos en cuya realidad están presentes las dificultades familiares, de vivienda, de alimentación, de transporte, de trabajo, de estimulación; problemas de los que debe hacerse cargo el poder político, ya que la educación, por sí sola, no tiene las herramientas para ello. Ocurre que la formación del profesor no es la de un trabajador social ni debe serlo, sino que está pensada para trabajar con el conocimiento, por lo cual los docentes no tenemos las herramientas necesarias para atender esa realidad.
Además, muchas veces los grupos están superpoblados: tienen 35 alumnos y más, y en poco espacio. La construcción de liceos no ha tenido el ritmo que ha tenido el crecimiento de la matrícula, lo que lleva a la superpoblación. Tenemos liceos en edificios que no fueron pensados para tal función, que no tienen espacios de recreación, que no tienen gimnasio, que no tienen comedores acondicionados, en los que se padecen el calor y el frío, la lluvia y el sol.


La relación con Primaria
A los liceos llega gran cantidad de chiquilines con dificultades de relacionamiento con sus pares y con los docentes y enormes carencias en lectoescritura y cálculo. Muchas veces fracasan en primero de liceo, por lo que el foco se pone en secundaria, dado que cursaron los años escolares. Sin embargo, las carencias que obstaculizan el trabajo liceal vienen de antes. Incluso, no es lo mismo enseñarle lectoescritura y cálculo a un chiquilín de 7, 8 o 9 años que a uno de 15: primero, porque no aprenden igual, pero, además, porque hay otros contenidos específicos que se supone que deben incorporar al mismo tiempo.


Ausentismo docente
Uno de los grandes problemas de los liceos es el ausentismo docente. ¿Cuáles son las causas? Muchas y muy complejas, y a veces de índole individual. Ese ausentismo docente, que es notorio de verdad, y que cada tanto es recordado por El País en sus artículos acerca de por qué los adolescentes dejan de ir al liceo como una de las principales causas de la deserción estudiantil, no es atacado ni considerado por las autoridades. No se controla mayormente, ni se realizan proyectos de contención a docentes o lo que fuera necesario para, primero, disminuir el ausentismo, y, segundo, tomar medidas cuando ocurre.


Ser docente requiere de un tiempo de formación importante; sin embargo, la remuneración no se corresponde ni con la dedicación y el tiempo invertidos por cada docente en su formación ni con la responsabilidad de la tarea.
Tampoco es estimulante elegir una profesión que es atacada desde el sector político, incluido el propio gobierno, y desde ciertos sectores de la prensa en tanto formadores de opinión.
Como docentes queremos un individuo más libre y un mundo más justo, y desde nuestro lugar pretendemos aportar para ello. Elegimos ser docentes todos los días, no a pesar de los desafíos que se nos presentan sino por ellos mismos.
Consideramos que las condiciones de trabajo, incluida la remuneración, deben ser atendidas de una vez por todas; la importancia de la tarea docente en la sociedad lo impone. Si para el Ejecutivo de turno la educación es prioridad, como lo han dicho todos, se debe demostrar en los hechos, y no evitar su responsabilidad atribuyéndola a otros.


Los docentes estamos.